anda a mear otro poste, perra aparecia
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viernes, 17 de mayo de 2024
lunes, 6 de mayo de 2024
miércoles, 17 de abril de 2024
Maipú, 4 alamos, el viento sopla con voz de ángel pálido y los pájaros cotorrean en los entretechos. Es la mañana después de la lluvia. Un claro de sol, el tibio cruce de sus rayos y su alcance de manos de sacerdotisa, anuncia posible garuga. Los perros meten su cabeza gruesa, entre reja y reja y ladran a los desconocidos de siempre. Qué habrá en esa pérdida de memoria tan recurrente y mimética, olvidando los mismos ojos y los mismos pasos que se corren a la otra orilla del pasaje, para no ser mordidos. La lluvia, fría y silenciosa; una ventana rota por donde entra el demonio del buenos días, afuera está la vida.
La llamaron a escuchar pedidos, a recibir órdenes, organizar lápices y trazar líneas que no significan nada en ninguna parte. Allá también hay perros, flores rosadas en maceteros de piedra. Recuerdo que alguna vez quise un espacio lleno de flores, un mueble lleno de comida, un gato al cual acariciar mientras nos toca la luz con sus manos y dedos transparentes. Allá también hay perros que ignoran sus ayeres inmediatos. Los automóviles, blindados por la noche, parpadean como luciérnagas azules. Las mujeres llevan sus vestidos ligeros, sacudidos por el viento. Los álamos, dos o cuatro pimientos desorientados. Un río que se arrastra como una muda de serpiente, aferrada a su antigua domadora.
De esquina a esquina, un puente curvo. Abajo, la muda o el enmudecimiento o, al menos, su posibilidad. Se mira hacia abajo y hacia al frente y a los costados. Quién observa hacia arriba, pide, realiza las plegarias pertinentes, confía en un punto inalcanzable, en los jardines infinitos.
Alguien dice lo bello es lo sano. Y todos los gatos arrimados en los árboles, escondidos en las ruedas de los autos, la vida nocturna de los techos, están enfermos. En otoño, las palabras son palos de canela: algo oloroso, quebradizo, empolvado. En otoño o en primavera, cuando las añañucas crecen en medio de la arena o los lirios en medio de la piedra; o en verano, cuando el sol es una herradura enorme; la vida o lo vital o la oxidación inevitable, toman sus formas; la gente es suicida, a pesar de los ventiladores y el aire acondicionado. Las ideas proliferan, a pesar o en contra del largo hastío invernal del cuerpo; de la ropa pesada y húmeda. ¿Quién es la gente? ¿quién asiste a la hiena que muere? ¿quién vela a los muertos desnombrados, pinchados como sombras en tableros?
La juventud, la evaporación de todo lo exquisito; las fuerzas egoístas con las que se vive a tope. El alcohol haciendo estragos. El amor... un tópico reiterativo. La juventud tiene ojos y espejos. Se ve a sí misma, se canta a sí misma. La voz desaparece. La voz y los pliegues lozanos de la cara, la musculatura precisa en los hombros; la delgadez en la tristeza de los ojos, disimulada por el fervor de los pocos años. Ahora viene algo con sus sabores amargos y posibles; realmente posibles. Un perro de tres patas, loros despoblando la copa de los árboles, la tierra prometida para quienes poseen la llave maestra; el sello y la idoneidad del ser y estar; del YO muy en contrasentido del todo. Un matador, las nuevas domadoras.
domingo, 17 de marzo de 2024
desplazamiento
En otra ciudad
la totora lejana y despeinada por el viento
se asoma en el sueño
Las taguas y la oscuridad de Huasco Bajo, pueblo de pocos y muchos, de medidas desafinadas, imprecisas
Cerros de arena, cumbres evaporadas por el sol y el pastoreo de los guanacos salvajes
Algo habla en medio del viaje
a través de la carretera y sus luces siempre en despedida
ahí va nuevamente
a trazar el río desmemoriado
Nadie escucha
Noche en nieblas antiguas
Noche que brota luminosa y liviana
Se siente adecuado ir deformando los relojes aprendidos
Las ferrovías abandonadas con su tren lunar
Espera
a ver si aprendes a doblar los espejos
mientras alguien viene
y te ofrece perlas
y vejez
y no cálculos emparentados con el tiempo
eres un cobarde san franciscano
Te odio y te vuelvo a odiar
en reiteración, absoluta
y profunda.
Podría
amarrarme la quijada
y aún así mis dientes sonarían
cómo dos buques que chocan
Y aún así
podría aplastarte la cabeza contra el piso.
Pero no te veo
Y ahondar en todo esto duele
duele y quiero morir
incluso
más que la primera vez que tomé un montón de píldoras
o corté mis brazos como huesos antiguos y tallados.
No existe posibilidad
nunca existió la posibilidad de ser la misma en ningún momento
en ninguna hora
a pesar de las apariencias y la virtud de la máscara.
Solo se es un instante
Ahora soy un animal desconfiado
abriendo las palabras para ver si encuentro
algo hermoso
algo más que nada debajo de los árboles
Y recuerdo y la imaginación
se va sombreando como un país que se borra del mapa.
Recuerdos llanos, lisos
sin porosidad emocional;
eso queda en alguna parte de mi cuerpo,
un espacio estéril,
una sombra con fechas y asuntos pinchados en su centro.
Un nombre al cual odiar
íntegramente
definido y espantoso
miércoles, 14 de febrero de 2024
Hojitas, aún verdes y tan desprendidas,
caen sobre el suelo, destinadas a ser devoradas por la tierra.
Algo pleno nace, una luz silenciosa
la brisa del verano en las palabras
las inútiles
traducciones de La Soledad.
Busco en la consciencia que oscila en mi cerebro
El porqué de las preguntas
El porqué de la noche
donde mi garganta acoje extraños visitantes, desolados signos.
El cómo y el cuándo de la lluvia a la hora de "ir a dormir"
y no dormir hasta destriparse la razón.
Había niños y perros, pájaros acurrucados en el pasto tibio de las 18:00hrs
Buenos augurios a la hora de decir "vamos"
y no saber dónde se llega al trepar la enorme ciudad con sus luces y símbolos,
encendidos cómo velas de sangre.
Y en el ardor, con los ojos evaporados y el cuerpo hueco como el alma, recuerdos primarios, umbilicales, infantiles.
No sé abrir la caja. No tengo la fortuna del herrero.
martes, 30 de enero de 2024
sombras
Como los picaflores rodeando la cabeza de mi abuela
con su velocidad de cometa enano
se escurría la brisa entre los callejones
Esos caminos de orín y peluquerías y cuerpos tiesos
Todo tan rápido rápido así como crecen las parras al interior
con sol antiguo y pomposas nieblas al amanecer
Un lugar para el llanto
es un lugar indefinible cuando la que llora está entre dos vértices
de extremo a extremo
atada a su condición de humana incapaz
Los ríos y la turbiedad del agua sobre las rocas
con sus millones de bichos y musgos arropando la superficie
No tengo la razón
cuando digo este río es mi ancestro
Lo que tengo es no tener posesión
donde se cuecen las primeras raíces del pimiento
la primeriza sombra dando alojo a los vagabundos y pasteros
Y amo la sangre en los pies cuando uno se clava
el alambre de las pircas
y el vértigo de tirarse desde los neumáticos ardientes
que son como roscas gigantes repartidas por dionisio
Arriba sí arriba
está este cielo que es solo cielo en la retina
en los papiros de la infancia
Atrás más atrás
el pasto y la ciudad y el día quemándose
como una servilleta sagrada
Sexo el Río también es sexo y sudor en los corazones hipertensos
Vidrio Totora Matorrales
La trenza de agua que
noche tras noche
se desarma en boleros y crímenes sonámbulos
domingo, 31 de diciembre de 2023
Ya no será más
anda a mear otro poste, perra aparecia
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Hay libros sin terminar encima de sus orejas y sus manos, enrojecidas por la sensación de no hacer nada con las palabras. Hay sueños en la o...
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Un día para el descanso, para acoplarse a la cama y a cada hilo como un ácaro. Tengo que dominar que dominar a alguien; golpear su rostro y ...