jueves, 31 de agosto de 2023

F

En los andenes, con la sierra nevada a tope, te escribo para impugnarte, para decir cosas estropeadas y malditas, cómo el hastío o el invierno metropolitano... Te invoco a duras penas, desdibujado y con el ceño fruncido, en el mismo sentido en el que dibujaría una forma enojada siendo niña. Pero no soy niña, no soy la edad de entonces -y qué soy sino sólo el estiramiento, la extensión-. Ahora, con el pulso a cuestas, sé que la indiferencia es la indiferencia y que detrás - o frente de - siempre hay un mensaje. Mi plegaria no es por amor. Mi plegaria es siempre reconocer la inmensa agilidad de la tortuga; el silabario tremendo de los pájaros, de todos los pájaros que son posibles entre y por encima de la ciudad. Mi infancia me acompaña como una sombra metálica, demasiado dura para abandonarme. Sin embargo, no pido el regazo. No pido que lluevas en mí, ahora que asumes mi locura, mis inquietudes permanentes. Y sin embargo o en contra de todo, no me aferro a nada más que a mí medicación, autoinflingida, perenne. 

Cómo irá el desierto, cómo irá la lluvia sobre el misterio que se abre, en geometrías absurdas y variadas, sólo una vez al año... Mi desierto, mi vida...

miércoles, 30 de agosto de 2023

N

Cuando el sol me dice es momento de abrir las ventanas sólo veo muros y espejos
Anoche soñé, soñé un vacío enorme, sombrío
Ese espacio, entre dos parpadeos, la nada elemental, me tiene asustada, complicada.
No sé cómo figurar un cuerpo voluminoso, una palabra llena de amplitudes
Sobre la tarde, los pájaros imitan sus cantos, sus vocales agudas y antiguas
Yo pido por mí esta vez
Le pido a mi sombra un milagro

¿Qué arde cuando un pensamiento se abre y cierne contra el mundo su color y su misterio?

El sendero o el camino,
el trazo hasta tu punto
tu voz acelerada
tus pájaros perdidos 
Dónde comienza, dónde...

martes, 22 de agosto de 2023

elefantes

Soñé con criaturas majestuosas, en la ciudad de mi infancia, junto al río de siempre. Enormes animales corriendo y paseando tranquilamente por la rivera. Tuve espacio solo para la contemplación, para la admiración de una grandeza completamente desconocida. 

Cuerpos enormes, notoriamente alegres, como recién llegados a un pequeño paraíso entre los espinos. Lo mágico de esto, es que nunca en mi vida tendré contacto con un elefante y aún así algo en mí pudo conocerlos, admirarlos a la distancia con total prudencia. 

Una imagen impactante, no por la imposibilidad, sino por lo contrario: tener frente a mí a un animal misterioso y lleno de hermosura. Quizás este es el animal antiguo y hermoso que siempre viene a mi cabeza, a mi mano que trata de dibujarlo como una niña dibuja su primera lluvia.

 Escribo cosas inútiles, negables para mí misma y no sé cuál es la diferencia entre la virtud y el defecto; la noción de lo verdaderamente p...