Entre otras cosas, pienso en que quiero dar un paseo con Fran a lugares poco ruidosos, quizás alguna reserva cercana o una simple caminata durante la noche, enrojecida e iluminada por las pantallas publicitarias. Quiero noche, emborracharme entre las luces de los autos y los peñascos de las calles malavenidas.
Noche, mucha noche en mi cabeza. Ahora sólo maldigo la cama, recuento mis posibilidades y leo y leo para desplomarme en cada metáfora ardiente y deforme, oblicua y luminosa. Hoy o ayer, admiré la fé de alguien. Pensé, nuevamente, en mi única devoción, en mi admiración por la materia más extraña y hermosa del universo: agua.
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