sábado, 13 de marzo de 2021

espina 1


Por políticas de lo impredecible, de lo raro, de aquello que queda por fuera y en contra de la ciudadanía perfectamente identificada e identificable, es que me animo a escribir esta espina. La identidad, como rectora de los movimientos sociales de la democracia, sujeta la acción a un reconocimiento previo, le exige al cuerpo dar testimonio, declararse de forma precisa frente a los tribunales de la corrección política: el visibilizacionismo – como señala Leonor Silvestri – es el eje articulador de esta oleada de grupos que resiste en tanto es alumbrada e identificada, vaya a saber por quién, sobre todo en tiempos de hipervigilancia, punitivismo feminista, cooptación empresarial y asimilación heterosexual.

La afinidad se forja con quién te de plataforma folklorica, un empuje a una adecuada trayectoria militante. Nadie quiere perder su aplauso, su reconocimiento post-mortem en museos, nombramientos de calles, incluso, a más de algunx, le gustaría erigir su figura en reemplazo de monumentos, como la estatua del milico Baquedano, en Santiago. Es ese monumentalismo, esa reterritorialización del mártir y el heroísmo autocompasivo, lo que sostiene a estos movimientos democráticos que, a duras penas, pretenden rasguñar la superficie del ordenamiento heterocapitalista. Es decir ¿para qué remover la estructura, si algún día la puede administrar mi grupo?  Es disputar el reconocimiento estatal, municipal, heterosexual. Es querer cambiar algo; para que todo siga igual.

La identidad determina fronteras; por lo tanto, cuerpos localizables; políticas estáticas, examinables, cerradas. Termina siendo un cerrojo; no permite diluirse en cuestionamientos creativos; no deshace la rigidez del yo. Siempre es: esto soy, esto seré. Es reterritorialización del destino; por lo tanto, de la linealidad, del futuro, del pasado.  Lo mutante; lo oblicuo; lo impreciso permite no quedarse con primeras impresiones; con ingenuas conjeturas acerca del poder. Los grupos empresariales gestionan las identidades para crear políticas de mitigación específicas; para diseñar y construir políticas de exterminio sustentables. Las blancas ricas cis, directo a alta gerencia y dirección; lxs marikonxs; ancianxs; mujeres pobres; racializadxs, a reponer las estanterías del retail y a ser la servidumbre doméstica de las feministas ilustradas magazinezcas o a la cárcel: todo en nombre de la inclusión.

Es la identidad, el bastión del eco-ajuste del capitalismo. La catástrofe capitalista es ahora administrada por emprendedoras y ricachonas mujeres; por gays blancos y sus guaguas recién compradas; por unx que otrx racializadx repartidx en los directorios de asuntos externos y sustentabilidad. Pero no, los grupos movilizados de la democracía, exigen su tajada de reconocimiento. Lo importante no es que la crítica sea más profunda, expansiva, explosiva o conflictiva, sino que seguir siendo conducidxs por unxs otrxs capacitadxs. Es una arremetida del tutelaje y para ello se han actualizado conocidas herramientas: cabildos ciudadanos al comienzo de la revuelta, procesos constituyentes, levantamiento de estatuas –populares-, ollas comunes y acopios organizados por empresas, como Unimarc, empresa controlada por el grupo Saieh. 

El poder no oculta nada (Leonor Silvestri) y pareciera que lo importante es reemplazar las piezas del tablero; no destruirlo. Hoy, cuando el Estado y el Mundo empresarial – simultáneamente – arremeten en contra de grupos de larga resistencia y ofensiva; cuando las cárceles, centros de exterminio, aislamiento y esclavitud de pobres, están cada vez más llenas; cuando el extractivismo, tanto de experiencias como de las aguas-territorios, se intensifica en innumerables cuencas, zonas y localizaciones; lo importante para los militantes de la democracia, es escoger su verdugx.

Los movimientos sociales, se han transformado en una cadencia política de la normalidad. Nada más rígido que sostener procesos levantados por el Estado y el mundo empresarial. Las fuerzas del capitalismo se retroalimentan con la quietud de sus pronunciamientos ciudadanísticos. Es la uniformidad de la palabra; la circulación unívoca de las o LA idea; la re-territorialización del victimismo como excusa política para no interpelar la propia experiencia; lo que ha menguado los panoramas políticos y determinadas subjetividades del tercer mundo y nos deja con ese sabor insípido en la boca. Unxs quieren poner animales en estatuas como una forma de combatir el “humanocentrismo”; otras, empecinadas y convencidas, quieren fortalecer el sistema judicial y penal para frenar los femicidios. La cosa, como se dice, sería entonces ir reformando el modelo; añadiéndole toques de social-democracia europea; ignorar la potencia de la confrontación y el conflicto; evadir la posibilidad de derribar un muro, sin levantar otro. La cosa, entonces, según lxs pontificadorxs de la buena conducta y la tutela, sería fortalecer la cárcel; conjurar una policía feminista; que la dominación sea aún más deseada de lo que ya lo es.

sábado, 6 de marzo de 2021

 Todo se ha reducido a esta articulación imprecisa de palabras: los afectos, la muerte, el odio, el fuego. Hay un dejo de malestar en todas las cosas, incluso en las sencillas y acogedoras. Hoy, más que nunca, vivo en estado de alerta permanente, como una bestia agreste y herida. 


Estas palabras son un coágulo; se me infarta la boca, el pensamiento, la creatividad. El ropaje de la muerte, esos harapos helados y envejecidos, se despliega en los gestos cotidianos, en rostros de amistades y hasta en mi propia sombra. No hay escapatoria definitiva, completa, absoluta. Se trata siempre de huir; evadir el miedo y el confinamiento de las ideas retorcidamente creativas. Sin embargo, a veces no puedo; es el mundo el que me agarra, me zamarrea -como el adulto al niño- y me escupe en sus instalaciones. 


Un cigarrillo tras otro; exhalar, en pequeñas cantidades, mundos angustiantes. Dentro de mi; afuera, a los costados, en multiplicidad de direcciones: todo se va encogiendo, desdibujando su forma. Las cosas mutan de modo singular: algunas advierten el cambio, otras viven su metamorfosis subterráneamente.
 

Todo es tan complejo, corazón y es la ceniza, la que ha poblado mi sangre.

 Escribo cosas inútiles, negables para mí misma y no sé cuál es la diferencia entre la virtud y el defecto; la noción de lo verdaderamente p...