sábado, 24 de abril de 2021

 Te da miedo la puta loca. Te agitas, tomas tu teléfono y apresuras al taxista. ¡Qué recoja a esta innombrable! ¡A este marikon loco que se traviste y se engulle tu plata!

Te da miedo, pero no pierdes nada. Me voy y te quedas con tu vida, tu trabajo decente y tu sueldo. Me voy y sigo conmigo, con mi penumbra. También tengo miedo de mí, un miedo convulso. Te odio, he pensado todo el día en cuánto odio tu mierda heterosexual. Si fuéramos pájaro, tu tendrías escudo, yo un par de ramas.

¿Tienes miedo? ¿Qué dirán tus vecinos? ¿Qué aguarda el trayecto de la puerta de tu casa a la puerta del auto?

domingo, 11 de abril de 2021

llamarada


Aquí

en mis ojeras

un osario.

Expuse los cuerpos

la oquedad 

de su cáscara.


No le pido

lumbre a la ciudad. 

Estos huesos

los volveré ceniza 

brasa

y haré 

con ellas

cuchillas de nácar 

pequeños incendios.


Quizás

la osamenta

no resista la embestida;

quizás

vayamos 

incluso

más lejos que la muerte. 

La única certeza 

de un cadáver

es el polvo. 

Es esta tierra

acumulada en los párpados

y en la voz. 


No le pido lumbre

a la ciudad.

Perdida

siempre

en el eco de las playas ordinarias. 

Quiero 

el ladrido la costra la animita.

Ofrendo 

esta sílaba de sangre

de huida

este signo de arrebato

este pálpito 

de gata callejera. 


sábado, 3 de abril de 2021

Ciudad Féretro

 Hay bocinas, irritantes alarmas por todas partes. La luz de esta ciudad, es una gran baliza. 





Y no siempre se puede correr

trinar

Y si no retengo
la mirada del pájaro
tampoco el recuerdo
de las plumas 
en su cuello
arremangándole la garganta
como pañuelo de muerte


Si
no retengo
el movimiento
aquella sobrevivencia lánguida
entumida
como una fractura en el pecho


Si me quedo 
sólo con su último aliento
con la exhalación premonitoria
del último pulso


Si añado a mí
la mecánica del deceso
del desuso
de sentirme
hastiada
concluyo
entonces:
El pájaro
que hay en mí
se deshace en agrura
arremete contra las paredes de mi voz
y no recuerdo
el silbido
el canto del ímpetu 




Cortejo Fúnebre

 El zorzal, en este día de otoño relativo; de bruma agujereada; se ha vuelto silencio. Hoy la madrugada no evoca pájaros, balazos o imprudencias vehiculares: es este silencio totalitario, una quietud exasperante. Y el hambre, la angustia, la muerte, se enuncian, televisadamente, como errores de traducción; pequeñas irregularidades del orden. Y dicho en retórica abstracta, los errores - esas fallas a corregir - no tienen nombres; tampoco rostros o localizaciones. Cuando se habla de alguien de este lado, es como si se hablara de la nada. Es como cuando se habla del desierto: es una zona inhóspita, tan infértil. Luego, viene la minera a empacharse de sol y cobre. 

Aquí las cosas van igual. Este trozo de mundo es una repetición indefinida: la misma angustia soterrada; la misma policía; la misma obediencia. Lo nuevo, las gaviotas recién nacidas, agolpadas en palmeras viejas. No sé qué decirte, qué decirme. No sé cuánto más aguanten los pájaros que quedan del verano

 

 Escribo cosas inútiles, negables para mí misma y no sé cuál es la diferencia entre la virtud y el defecto; la noción de lo verdaderamente p...