Estoy dulcemente retirada de mi propio eje, con muy poco y muy nada, al viento y a los interiores de las cosas elementales. La máscara se cae, es material oxidable. Bella sensación de oír la música en la música; los agudos en los graves y girar inadecuadamente las piezas del tablero. Exageración en los ojos de los gatos, desmedidos y prolongados como dos agujas espaciales. No tengo miedo. No tengo miedo. Sólo necesito que el destino venga y diga < aquí es el lugar intermedio > < la posibilidad en lo perdido >. Y el destino siempre está así que no viene, no visita mi espíritu, ahora blando y expuesto. Y lloro apenas y hago muecas al silencio con mis manos. Ruego.
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