En picada contra las ciudades y sus nombres, sus identificaciones. Nubosidad, niebla, atmósfera de ojos ciegos. Pedir milagros a las piletas, a solitarias bancas abandonadas en plazas abandonadas. Hago ocupación en el lenguaje para desatar los viejos nudos, apretados por el YO.
Las golondrinas son capaces de trazar continentes, dibujar islas y archipiélagos en el aire. Esa vida en vuelo, los amplios avistamientos. Ahí me quedo, recostada y nada más que recostada y con los ojos abiertos...
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