polvo negro en todo
las cortinas cerradas, con luz muy medida
alcohólicos en los zig zag
las primeras barberías abiertas
el salón está vacío
Esta gran arquitectura mortal
su salubridad ferroviaria
sus muertos de hierro
En los ojos o en el pecho
más adentro, en los pulmones
un centro canceroso
una capacidad limitada de contar pájaros
o granos de arena o toninas
Ya se va el día
como un hervor de cliente prostibular
se va y se va
y en contraste, los enormes vapores
y el naranjo acrílico de la tarde
son una nubosidad porosa, horrososa, matadora
Ojos de zorro muerto
ahí la noche, ahí el amor, el deseo, la fabricación, el trabajo, la puta, la plata, la maternidad, el cáncer
El zorro de mi vida, mi tesoro maldito, amado
mis zorras enloquecidas, aguadas, ardientes, desaparecidas y aparecidas provisoriamente; escapistas y presentes; mi amor de zorro, el puerto es muerte, los peces no mueren por la boca; las golondrinas no son azules; no hay transparencia en el canto; sólo una sórdida tos, una voz moribunda, mi amor de zorro...
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