sabía y podía llamar a las palomas.
Un sonido en el paladar
enroscando la lengua
para poder decir "acá estoy" "llegué"
sin vocabulario definido, así hasta la muerte.
Y en la enfermedad o en la muerte,
las palomas volaron como crisantemos grises
susurrando mensajes secretos
o despedidas aireadas, un lenguaje de piruetas tornasoladas
Un ferroviario
( ... Lagrimas negras, caen, caen... )
Una maestra tejedora
con su tristeza de bolero:
cruenta y anciana;
poderosa como saber comunicarse con los pájaros, el antiguo don de no ser una sino todas y en distintas formas.
En el fondo
alguien o algo dibujó un brevísimo paso al encuentro: la enfermedad
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