martes, 19 de septiembre de 2023
Es la hora del monólogo estelar, la presentación de mis incapacidades. Mi pelo negro, rizado, mis ojos desvanecidos y mi cuerpo que es una cosa dolorosa. Hay barcos náufragos en la mirada, un faro a la distancia y mucha nubosidad. Y a veces lloro como un pájaro a media noche, sin libros dónde arrullar mi arquitectura de fantasma. Este es mi diseño, poblado de viejos pájaros y viejos sueños de sol y vinos amaderados. Una que otra vez, puedo llorar. O el llanto me puede a mí, de forma parasitaria. Dije que podía con todo y contratodo, escupir en los modales. Dije muchas cosas. Digo y hago cosas, pero a esta hora donde no soy más ni menos que un cuerpo, no puedo... No es temor lo que hay en mis palabras, tampoco ganas de milagro. Hay un rito de pérdida, precisamente en esta fecha donde el mundo alza sus banderas, un rito de pérdida profundo y líquido, desparramado. ¿Qué pierdo? ¿Que alzan mis manos? Un triste harapo con la palabra destino.
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