domingo, 11 de abril de 2021

llamarada


Aquí

en mis ojeras

un osario.

Expuse los cuerpos

la oquedad 

de su cáscara.


No le pido

lumbre a la ciudad. 

Estos huesos

los volveré ceniza 

brasa

y haré 

con ellas

cuchillas de nácar 

pequeños incendios.


Quizás

la osamenta

no resista la embestida;

quizás

vayamos 

incluso

más lejos que la muerte. 

La única certeza 

de un cadáver

es el polvo. 

Es esta tierra

acumulada en los párpados

y en la voz. 


No le pido lumbre

a la ciudad.

Perdida

siempre

en el eco de las playas ordinarias. 

Quiero 

el ladrido la costra la animita.

Ofrendo 

esta sílaba de sangre

de huida

este signo de arrebato

este pálpito 

de gata callejera. 


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