lunes, 16 de noviembre de 2020

herradura

El mar, las aguas saladas fueron y son encerradas. metafóricamente, en una herradura. A su alrededor, las casonas de lxs blanquitxs adineradxs, se observan fijamente con las casas de las tomas, ubicadas en el otro lado de la ensenada.

No es sólo una vasta masa de agua lo que produce distancia entre ambas realidades geopolíticas; la extensión de los procesos coloniales ubica a unxs de un lado y a unxs del otro, aunque en algún momento todo se entremezcla. El antagonismo de clases no es un fenómeno aleatorio. 

Y así, como nada es absolutamente espontáneo bajo las dinámicas de explotación capitalista, las aguas y su fuerza retorcida y variable, son canalizadas para la producción de capital, incluido el turismo. ¿Nos queda, acaso, algo más que sal y carbón en el cuerpo? Las casonas, visitadas y  mantenidas casi todo el año por la servidumbre del patronaje turistico, se iluminan fuertemente cada verano; de sus ventanales se emana el fulgor de miami sudaka; también se refleja la cruz del milenio: estructura metálica y grisácea, emplazada en lo alto de los cerros periféricos. La joya de hierro que nos recuerda cuán colonia seguimos siendo y cuán colonizada está nuestra subjetividad.

 ¿Y qué viene después de la cruz y las casonas? 

El tren de CMP y sus ferrovías; también sus cúpulas abiertas y la carga de hierro refinado. El paisaje megaindustrial coordina, simultáneamente, las actividades del progreso... la cruz; los grandes edificios sobre las dunas; las casonas y sus vidrios; el puerto y la circulación de mercancías. 

Los engranajes de la maquinaria, se retroalimentan nitrogedamente y la muerte es de múltiple causal.

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 anda a mear otro poste, perra aparecia