sábado, 5 de julio de 2025

Mucho sol en los párpados, bajo mallas colgadas entre postes. Ofrecer la mercadería, ofrecer el cuerpo como una - especie gentil -. En este punto, es colaborar con el escuálido bolsillo de los comunes, de quienes asisten a falaferia para vestirse, comer o encontrar lápices de alta gama sin impuestos y sobreprecios. Dibujar o pintar o rayar se facilita cuando tienes las herramientas, cuando creas un acceso ambulante, vívido y pequeño. El robo es compartir. Y, mientras mis vecinas me alientan y se preocupan de mi alegría, de mi tristeza, pienso en lo que hemos construido. A ti, o quizás una versión insólita, menos conocida, te vi en una tokata, a ras de la tarde noche y te abrí mi voz. Conversamos, leiste la propaganda y te acercabas lento, distante. Ahora, acoplados a la noche, a las calles que recorrimos buscando plata. Te beso, te deseo y me deseo en ti o en tu pensamiento fructífero, también en las diferencias. No somos iguales y es una alegria esta disparidad. No podemos ser imitaciones, no quiero que nuestra sombra pierda su propio rito. 

Antes, cuando pensaba Santiago, una magna tierra de edificios, de corredores donde somos anónimos y la palabra no tiene ecos sino muros, tuve miedo, miedo de posibles derrumbes. Quizás, esta celeridad es una muerte estirada, por más rápido que se apaguen y enciendan las luces. Aquí, en la metrópolis nos hicimos conocidos, amantes, lejanos, traspirados cuerpos que encuentran sonido en los rosales de Quinta Normal. Una nueva R, fue lo que escribí primeramente para ti y para mi. No la letra, sino la experiencia. Y lo fue. A pesar o a favor de mi propia inquietud, puse mi fe en el encuentro, en la - aterradora manera de afectarse que es amar -. Y, sin saber como vamos, logramos llegar a la mitad del río, que es el estado permanente de las cosas, porque ese es el misterio, no tener idea de qué hay cruzando. Y caminamos y damos pasos ebrios de tango, de boleros mientras el vino sutura nuestra sangre, apacigua nuestra oxidación. 

Las noches, en comisarias, en parques, plazas viejas y escondidas o las mañanas en la feria o en la musica de Sade, te encuentro y me asistes con fuerza, física o fantasmagórica. Rasek. Rasek. Un nombre fuerte, frágil por su singularidad, difícil para la memoria, igual que mis apellidos y mi nominación. Rasek, mi ciudad es un recuerdo ardiendo, porque, en el fondo, nunca tuve materiales para sostenerla. No soy corregidora, no soy la voz de una masa, arrasadora y uniformada. Estoy acá, en tus palmas heridas, en el desierto que es mi lugar definitivo, por destino líquido, por las aguas que producen rutas en mi espíritu. 

Alguna vez, una primera vez, sentí el olor, palpé tus tejidos, abrí tus ojos... y decidí quedarme, decidí que yo tampoco soy tierra baldía, que en mí nacen lirios y espinas, esta vez para ti. Corrimos, nos corrimos, nos caemos y rompemos el espejo. El espejo sería autocompadecerse por todo. El espejo es nosotros, la singularidad.  Y en la noche de Caldera, despejada y lunática, con sus playas y rocas ardientes, continué para ti, de manera similar a cómo sigo en la actualidad. Seguir en el sentido de trazar un camino. Este camino, al igual que la ruta de Bahía Inglesa, me lleva a ti, a tu olor, a tus manos que me parecen objetos sagrados. Las beso y las meto en mi boca para ofrendarme tu cuerpo. Quiero esto que es una - zona de calor, de temperaturas agitadas -. Tus dientes, la gata mirándonos a las 07:00am. La ritualidad. El camino del zorro, del puma que me acompaña en el delito, en el sexo, en la enfermedad, en el cariño que es lo mismo que lo anterior y mucho más. 

Hay trampas en el lenguaje: los trucos de desmontan.
Hay sentimientos encontrados: también perdidos, ignorados.

Entre el punk de la primera noche y los boleros de las últimas, hay grandes diferencias. Ahora es cuando, también cómo y porqué. Sólo ahora ya significa un vasto mar, un amplío estero. Allí estamos, en la ruta, en la dorada lluvia, en el pan casero, en las sopaipillas y la fruta cuando caí detenida. Caer detenida no es caer detenida, alguien viene, te señala y te detiene. 

Quería este paréntesis para ti, para mí. Estás en mi espíritu. Y la noche que nos regala su somnolencia, su fulgor, su filo, está de nuestra parte, mientras suena Luz Casal:

"Si tienes un hondo penar / piensa en mí /
Si tienes ganas de llorar / piensa en mí. 


Mucho sol en los párpados, bajo mallas colgadas entre postes. Ofrecer la mercadería, ofrecer el cuerpo como una - especie gentil -. En este ...