domingo, 15 de diciembre de 2024

Para Rasek
perro en la ciudad iluminada


Muero en cada trozo de hierba que dejé de pisar contigo; cada brisa que no me trae tu olor o sonido; en cada paso al caos (el de la normalidad). No sirvo para esto. No sé qué es. Hay una desesperación brutalista en mi corazón y en mi cabeza, un armazón roto, mordido por perros hambrientos. Porqué extraño. Porqué me aferro a las manifestaciones más elementales de la alegría. La ciudad es una fosa común; una baliza, un amplio huesero. 

Y, dentro de esta composición en manzanas, los recorridos oscuros a los paraderos; te pienso y tengo la habilidad de holografiar tus dones, tu sonido metálico. Tengo el temor de verte. Temor a mi espontaneidad.  A mi indiferencia que es mi antigua lanza, mi arma de larga distancia. El campo, esta - localidad desnombrada - es un espacio de guerra. Alguien saca algo de algo hasta dejarlo vacío.  Ese algo lo permite. Existe afinidad en cuestiones devoradoras. Temor.  

Muero y revivo como la culebra en y después  de su muda.

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