Esta sed al gemir
o pájaros que vocalizan <ardo más que siempre>
y nadie asiste a su fuego,
a su fiebre.
Alguien obró
en mí
su propia pérdida / su identidad de caracol pisado en la lluvia.
Cuando decías / no confíes en nadie
encontré el silencio
y las trompetas en la noche;
el aguacero,
la palidez en la voz de los espejos.
Mañana / sol, anunciaciones,
vida vivible.
¿La plegaria?
¿la oradora?
uncida en la fuente de oro,
colgada en álamos y alambres;
desaparecida o escondida
en la acentuación de su sombra;
llana
invisible sólo al ojo.
Mañana, sol.
Ahora, lumbre, no calor.
Un teatro de nadie.
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