Estar enferma de la mente, es estar enferma del cuerpo. Si mis pensamientos son enfermos, también mis ojos y mis mejillas; mis huesos fortalecidos y esta - rara - aparición en mi rostro. Las preguntas vienen, como heraldos asesinos de la noche. Si se rebela este misterio, podría descansar... en mis propios brazos, entre mi propia niebla. Mañana, médico; hoy, médico. Siempre un médico asesorando, un recinto cerámico. Pon música, concéntrate, fíjate de afuera; del sol cruzando la ventana. Mi jefa me pregunta si asisto. Porqué no nos hace el favor y se cuelga de pronto en su propio negocio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario