Duermo demasiado, cierro los ojos demasiado;
hay mundos equidistantes; otros furiosamente separados.
Ingrid Magnussen mira por la ventana y ríe.
Ingrid Magnussen sabe de té mortífero y de agudas dolencias.
Mañana, 12:00pm, nuevamente visita:
el cirujano de los sueños,
pastillas para tronar la cabeza y...
relajar el pobre entendimiento planetario.
Palpar el rostro; cada hueso, muela, mejilla.
Voltear la cara, desarraigar la vergüenza para nuevamente permitirle la entrada.
No hay pociones; el atrevimiento se entrena, es un músculo, una fuerza.
Hoy, débil.
Hoy, escondida.
Hoy, amando mínimas empequeñecidas cosas.
Nada es nada para siempre;
en el desierto, llegada la noche,
las sombras se acoplan a las piedras.
Pero ni piedra ni sombra;
ave
y ave apenas voladora,
apenas criada
para el viento.
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