lunes, 27 de mayo de 2024

No hay luces y sombras
solo una disminución de brillo en la superficie de las cosas
Ahora entiendo lo definitivo que puede ser una calificación
por eso los maceteros siempre quebrajados
cuando la planta se abre 

Multitudes
poco silencio
los bares cerrados y el metro frío y solo 
Así me voy
cansada
como los pelícanos en noches de aguacero

Más allá, el faro y su rejilla 
escasos veleros tras las boyas
y yo
herida por mi propia mano
escribiendo absurdos parajes en la arena húmeda

La psicología me ha destruido 
y me he dado sentidos
No cuadro
No se me es examinable

En la orilla
escasos veleros
escasas presencias cuando se excava un agujero 

La cabeza es una verdadera tundra
vacía de soles y libros y dinero y armaduras
El sexo es cosa en segundo plano
El amor es cosa en segundo plano
El pensamiento es cosa muerta

A mis 27 años,
tengo la certeza de sólo poder enumerarlos
como cabrillas en la red

Esto que soy para otros
mis uñas brillantes y mi cabello perfumado
mis ojos grandes como dos óvalos desproporcionados
los enredos entre una palabra y otra

Mi propia atlántida 
apareciendo tras el agua en retirada

Volver
Volver a nunca más
Pedir un pequeño deseo 
Volver
Volver a nunca más 

sábado, 25 de mayo de 2024

I

Lo que siento por ti es un pequeño pez milagroso .


Alguien en mi cabeza te piensa
y abre sus ojos,
escribe palabras como lirios en la arena.

jueves, 23 de mayo de 2024

Sacaré de mi cabeza un pelo
y sabré donde el viento
apunta su fuerza

Sabré dónde caer
cardenales rojos y espinas al río
el río me lanzará 
su increíble procesión

Al final de cualquier asunto

el despellajamiento de mi propia capacidad

está el rostro congelado

con las mejillas partidas


No tengo fuerzas hoy

temo por mi vida

temo 


  La mística de la subconsciencia -o la criatura desconocida- habla contra todo lo posible; blasfema los edificios y critica el vuelo rapaz del cernícalo. Una domadora de nadas, de países nada, de tierras aguadas como el vino; evaporada en nombre y en cuerpo. El misticismo... la hiedra trepando la solitaria verdad de los dioses solos. Mañana se abnegará el puente y por entre los tajamares, habrá barcas y pájaros hundidos pidiendo auxilio. Junio. Mes de aproximaciones, de acercamientos, de desconfianza de animal solar que se va destripando lentamente. Hubo una vez una memoria, larga y definida. Ahora, en cambio, algo se recuerda, algo quedó de alguna vez. Siempre algo. Los jirones de la ropa, el olor a sexo y axila y besos con sabor a bálsamo de coco. Vociferaciones en la calle de Coquimbo, la que cruza toda la región. Fuego, ojos encendidos como chunchos en la noche. Suena My Truth y la verdad es que los pozos son de ladrillos, compactados por la gravedad; un lugar húmedo y seco. La gran forma sagrada: circunferencias profundas, hondas como una pena penosa y astillada de cuerpos y nombres extraños.

La comunicación se cortó, se agravó en silencios. A veces, un animal atormentado toca mi puerta que es la puerta que tengo detrás de las costillas. Nadie abre. Nadie quiere abrir porque sólo hay puerta, no casa, no el calor en la respiración de los gatos. Nadie puede abrir un espacio vacío. Sí, un fantasma, el navegante de los sueños traficados en algún lugar de los cerebros. Comunicación, lengua, palabra. Una triada muy vagamente unida. Unida y cosida precariamente a la expresión conversar. No necesito palabras. El cielo no necesita de consagrados glosarios universales para invocar a los guanacos y las altas flores en los San Pedro, crecidos como dioses espinosos, venerados por la niebla y el desierto. Comunicación, reverberaciones... reminiscencias. La mística frente a los espejos que son botellones enormes; allí duerme alguien; alguien que necesita música y calor. Alguien o algo; criatura o débil astro. La noche luminosa de púas y alambres, la noche luminosa guardada en los párpados. 

lunes, 6 de mayo de 2024

 Escribo cosas inútiles, negables para mí misma y no sé cuál es la diferencia entre la virtud y el defecto; la noción de lo verdaderamente perecedero o eterno. Me cobijo en mis cigarros o en las tareas inconclusas. Nerviosa. Nerviosa por saber decir lo que no quiero.

Tarde noche, un lugar al que caer
una cama de clavos
una pasionaria dormida. 
No hay sueños rotos, uncidos a la infancia,
en las flores:
sólo una física muy mágica y elemental.

Mañana llueve desde que amanece
hasta que los cántaros silben. 
La noche licuada
los anteojos empañados por el propio vapor,
por la propia contracción de los poros en el frío.

Llueve y también las luces comienzan a tener ojos que oscilan,
pequeñas luminosidades y artefactos;
los gatos callejeros y su cielo siempre descocido.

No veré muy bien, nunca veo muy bien;
habrá charcos, desniveles, puentes estrechados por el barro y los perros muertos.
En el norte, la primera germinación... las primeras añañucas abriéndose paso muy abajo en el desierto.
En los postes de luz, los cables colgando;
En cuerpos, los rostros; colgando más abajo que la noche descocida de los gatos.

No puede el norte en mí
ahora
lo que la lluvia podrá mañana.

La golpiza en los nervios,
para tambalear y caer en una posible pérdida de memoria;
de -qué- y -cómo- manejo el subconsciente entre la niebla.
La lluvia no hace que llore.
Arriba, no en la cima, arriba.
En la poza de los químicos, 
solo llueven clavos, argollas endurecidas. 
No hay cántaros, sino crisoles parecidos a un astro que muere.

líquidos pájaros me indican el camino

Primera lluvia y el primer desierto, con las palmas abiertas y sangrientas. No es una estigma. Es herida común, grave. Una sacerdotisa de zo...