Días dónde todo fue mayormente placer. Días dónde me sentí, a ratos, fulminada por el rostro de los desconocidos. Hay algo siniestro en las multitudes, algo que me empequeñece, me asusta.
En unas horas, de vuelta al trabajo, a ver gente de la cual me gustaría desistir. De todas formas, nadie es importante, nadie me quita el sueño más que mi propia manera de agitar los pensamientos que crecen en la noche, erizados y enérgicos.
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