Trabajar en qué y porqué y cómo. Explanadas terribles; horribles sueños manifestándose vivos; movedizos como garras que abren la tierra y te desarman. Prefiero eso, la muerte en mis pesadillas
la caída
lo vertigonoso del último segundo
Aferro las manos, una en cada paréntesis
Me desuno
fragmento lo que he nombrado
inúltilmente
como cuerpo.
La pluma cae suave
Y lánguida
Y eso
no impide el acontecimiento: su caída.
Me pregunto
Cómo es que
Aún hay pájaros
En esta jaula de hierro.
La gente aquí tiene ritos
Uno de ellos
Es
Nunca
Prender
Fuego.
Y si
Por algún
Inaceptable motivo
La brasa arde sobre la ciudad
Será que alguien no habrá asumido el protocolo.
La piromancia está prohibida en este circo.
Las fichas
tienen próceres adjuntos
Próceres del Imperio
De la causa común que es la causa del futuro; yo quiero quedarme
Me exijo quedarme con mis sueños trizados
En mi penumbra agreste; solitaria. Es la soledad una criatura impresionante; acechada; relegada al mundo de las cosas con las que es mejor no toparse. Así es esta costra; la quimera de occidente: erige claustros y libertades, produce el centro y la orilla.
No sé si aguante otra primavera; otros estornudos; si pueden sostenerse en y sobre mí otras cosas cotidianas. Necesito el exabrupto, los agitamientos, la falla de las cosas calculadas. Necesito que esta vez florezca
una muerte inesperada, retorcida, absoluta.
Cómo la siembro, cómo
abandono
este archipiélago
de paz.
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