viernes, 20 de noviembre de 2020

Dónde va la paloma

 

"...la tierra lo está esperando, con su corazón abierto…." Violeta Parra.

 

Debajo de una bola de cemento, la paloma anidaba su muerte; entumida y quebrada. Una anónima paloma; como una flor que nadie quiso que creciera. Pisoteada por la pieza de concreto, se arrulló a sí misma y sostuvo sus ojos abiertos, como dos aceitunas marchitas y encogidas. Entonces, removimos el pedazo de urbe y recogí la paloma como una brasa pequeña. Había calor en su cuerpo; un calor huidizo y ligero.

Cuando sentí su cabeza apoyada sobre mis dedos, también sentí el apagón. La paloma se acurrucó boca arriba, cómo si hubiese caído en un espacio tibio y oscuro. La muerte sucedió entre los surcos de mis manos. Y me quebró.

Luego, decidimos enterrarla. ¿Y dónde se entierran los pájaros que no son pájaros ni aves? ¿Dónde se entierran sus piojos y sus alas de virulento tornasol? La animita es una plaza, un tierral; una pila de escombros que, a pleno sol, alberga eso que – dentro del capitaloceno – es improductivo; repugnantemente inservible.

Una vez que la paloma dejó la mensajería; se la mató con una bola de cemento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 anda a mear otro poste, perra aparecia