lunes, 19 de octubre de 2020

El fuego vino y mi angustia se tornó desborde

 Desplegar la rareza, lo oblicuo. Convertir la angustia en amenaza subversiva; que la herida potencie a la piedra.

El dolor es nuestra barricada; una de las herramientas que tenemos para volvernos pájaros que rompen la jaula.

Acompañarse con un fuego múltiple e indefinible; disolverse entre la noche y los escombros.

Pulverizar el patrimonio blanco y sus emblemas internalizados en nuestra subjetividad. Arrancarse la palabra del colono. Apuntar, con impulso de pumpullo, a los rostros del orden.

El futuro no existe, es el hoy lo que acecha nuestras vidas; también nuestras muertes.


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 anda a mear otro poste, perra aparecia