domingo, 30 de marzo de 2025

líquidos pájaros me indican el camino

Primera lluvia y el primer desierto, con las palmas abiertas y sangrientas. No es una estigma. Es herida común, grave. Una sacerdotisa de zorros muertos. No puedo introducir alas en palabras. El amor es un lenguaje impotente. Tú lo hiciste. Yo obro un pequeño sol. Obradora de mi propia desconfianza. Y sí, había que confiar en la sombra, en la nada de los párpados, perdidos en el último buque. 

Ahora, que sé curar y herir; o que sé que lo sé; reviso la carne y su espíritu blando. Mientras, disolución entre las partes, que es yo con la lluvia, porosa y fresca; halógena. No hay más; la calle es nada, la ciudad un pobre espectro; las palabras, densas transparencias. 

Nada. Lo único que pides es tiempo. Petición híbrida, peregrina y sosegada, desparecida.

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