domingo, 1 de septiembre de 2024

Noche de Alameda

 Faroles, cúpulas luminosas, reflectadas en los cuerpos, en viejas piletas... la urbe con su fuego distendido. Un hombre voltea y pude mi número. Su argolla es la noche. Promete regalías a cambio de mis maniobras. Quedamos para otro día, en algún otro rincón ópalo, sombrío cómo el pliegue de una iglesia abandonada. 

Un balcón particular, dos columnas de hormigón en altura, un pequeño espacio para plantas, quizás petunias o mesitas dónde acomodar cigarros y revistas de historia local.

Vibración, el metro que une las enormes comunas ¿y el cierro Chehueque? ¿y mis ganas de follar con fantasmas? constantes y débiles. 

Alguien tira su paño, indica precios; cadenas de oro, abrigos de fake furrr. Vicente está tranquilo, gusta ver y oler está distancia mínima, roida.

La noche, los materiales coteleros y suaves; semilleros de colillas repartidos fuera de - edificio de urgencia -. Alguien no vive más, tendido en la camilla.. ¿Y mi temblor? ¿mi psicología de náufrago? ¿el pequeño crisol dónde se funde cada paso y cada luz?

Irresolucion. Faroles. Intermitencia.

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