domingo, 17 de marzo de 2024

desplazamiento

En otra ciudad

la totora lejana y despeinada por el viento

se asoma en el sueño

Las taguas y la oscuridad de Huasco Bajo, pueblo de pocos y muchos, de medidas desafinadas, imprecisas

Cerros de arena, cumbres evaporadas por el sol y el pastoreo de los guanacos salvajes


Algo habla en medio del viaje

a través de la carretera y sus luces siempre en despedida

ahí va nuevamente

a trazar el río desmemoriado


Nadie escucha

Noche en nieblas antiguas

Noche que brota luminosa y liviana

Se siente adecuado ir deformando los relojes aprendidos

Las ferrovías abandonadas con su tren lunar 


Espera 

a ver si aprendes a doblar los espejos

mientras alguien viene

y te ofrece perlas

y vejez

y no cálculos emparentados con el tiempo



eres un cobarde san franciscano

Te odio y te vuelvo a odiar
en reiteración, absoluta
y profunda.
Podría
amarrarme la quijada
y aún así mis dientes sonarían
cómo dos buques que chocan
Y aún así
podría aplastarte la cabeza contra el piso.

Pero no te veo
Y ahondar en todo esto duele
duele y quiero morir
incluso
más que la primera vez que tomé un montón de píldoras
o corté mis brazos como huesos antiguos y tallados.

No existe posibilidad
nunca existió la posibilidad de ser la misma en ningún momento
en ninguna hora
a pesar de las apariencias y la virtud de la máscara.

Solo se es un instante
Ahora soy un animal desconfiado
abriendo las palabras para ver si encuentro
algo hermoso
algo más que nada debajo de los árboles

Y recuerdo y la imaginación
se va sombreando como un pueblo que borran del mapa.

Recuerdos llanos, lisos
sin porosidad emocional;
eso queda en alguna parte de mi cuerpo,
un espacio estéril,
una sombra con fechas y asuntos pinchados en su centro.

Un nombre al cual odiar
íntegramente
definido y espantoso 

Te odiaría

Te odiaría en tributo a los siglos

pero odiar es demasiado legal

demasiado legal

comparando 

digo

digo

digo

digo

digo


líquidos pájaros me indican el camino

Primera lluvia y el primer desierto, con las palmas abiertas y sangrientas. No es una estigma. Es herida común, grave. Una sacerdotisa de zo...