jueves, 22 de junio de 2023

En el bebedero barroso,
eximidos de transparencia,
los días toman la forma de una piedra.

El tiempo es la materia o el lugar 
donde las cosas se fusionan
y se acicalan pájaros
y la memoria adquiere exabruptos, 
sus repentinos saltos a una nada muy profunda.

Pisos humeantes o resbaladizos,
agujereados, llanos o accidentados;
pisos donde mueren los segundos:
espanto de relojes amenazados 
por la inutilidad de sus manillas.

Una máscara tiene reverso,
se ha implantado otra voluptuosidad
detrás de la primera capa.
¿Qué es? ¿Tiene voz? ¿Realiza cantos cuando el planeta oscurece?
¿Será mirlo o humano o máquina sadomasoquista?

Mover las manillas de un reloj 
no cambia el color de los inmensos cielos grises o las patas gangrenadas de las palomas,
anudadas en pelos y pitas.

Cachorros lamiéndose los huesos
como hadas calavéricas.
Existen fechas de caducidad, acortamientos, la basura.

Quién sabe, qué pastilla será la que mantiene o transfigura una tristeza pesada como un saco de rocas montañosas. 

Para qué la boca
sin el silencio.

Una luna abierta, despellejada, tenebrosa.
Una sola luna vaporosa entre los empañamientos de la tierra.

Un lugar sin ecos, sin retornos, de imposibles devoluciones. 

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